Y cuando al fin te quise ver, ya no estabas. Sólo de ti veía la caja gris, de metal. Con tus flores encima, que no quise ni mirar.
Estabas tan inmóvil que pude asegurar que ningún alma habitaba ya en tu cuerpo. Todos lloraban, pero yo.. bueno, ya me conoces.
Estaba ahí, queriendo acompañarte. Queriendo que quisieras que estuviera ahí contigo. Sentía vértigo, te lo jurito. Sentía la ausencia de ti y el exceso de personas.
Me senté por ahí, a tratar de aclarar mis pensamientos. Cuáles pensamientos? Si sólo pensaba en que no volería a verte. Y eso no cambiaba mucho las cosas.
Miraba tu caja gris, tus flores blancas y la banda con letras doradas, '..de los que te quisimos..', rezaba.
Y de pronto como si ya me lo esperara, como si lo oliera o si ya lo supiera, ví tu soporte. El armazón de aluminio que detenía tu pesadez.
La imágen que a pesar de su no aceptación en los ritos correspondientes a la situación, había logrado introducirse por lo menos durante 100 años o más. Y mira de qué manera, como un par de buenos pilares.
Tuve la visión de la resurrección. El cajón con tu muerte ya no parecía tan gris. Las flores blancas habían dejado de marchitarse.
En algún lugar, ese par de triángulos encontrados, harían de las suyas. Tal vez volvería a verte, después de todo. Aunque dudo mucho que tu me reconocieras en dado caso.
A ti, mi cielo, volvería a encontrarte aquí, en la tierra.
Peter La Anguila
Hace 2 meses.
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