jueves, 29 de julio de 2010

Y ahí estaba yo

Y ahí estaba yo, sentado en la sala, bajo el gran vitral, que brillaba por su ausencia. Mirando hacia el cielo, viendo la lluvia caer y alumbrado por los relámpagos de la tormenta, y por la pálida brasa rojiza de mi cigarrillo.

Colgué el teléfono, tenía a Lucy en mi cabeza.

Y entonces pensé en ti.

2 comentarios:

Nieves M dijo...

Cuando hay lluvia, las cosas siempre saben mejor.

No me puedo quejar, hoy por la tarde por fin me tocó mi pequeño aguacero :)

Hector Rivera C dijo...

Bueno, depende de la intensidad de la lluvia.

Digamos que con una leve lluvia, los pensamientos se lavan de ese polvo que el día a día vamos acumulando, quedando solamente lo que es importante.

Y es ahí cuando empiezo a escribir.

Saludos.