Una cabeza marinada en ácido donde brillan los cabellos retorcidos como alambres hechos resortes.
Un perfil griego algo roto y maltrecho, poco abultado pero en su punto.
Unas piernas de futbolista, un vientre de quinceañera unos pies de corredor y unas copas para relajarse después del trabajo.
Tierra fértil de donde han salido y volverán a hacerlo hermosas flores y frondosos y altos árboles.
Unas manos tan fuertes capaces de sostener mi mundo y tan tiernas que con solo uno de sus roces puedan derretir el hielo que a veces se forma a mi alrededor. Capaces de convertir un lienzo en una imagen de vida, un pedazo de barro en una obra maestra.
Unos ojos tan profundos que en ellos cabe todo lo que soy y tan claros que puedan darme de su luz cuando todo vaya mal y nada me pueda alumbrar.
Unos labios de los que salgan las palabras más dulces pero también fuertes cuando sea necesario, todo cantado con una melodiosa voz.
Todas estas piezas unidas y pegadas a las flores y a los árboles, pero con su propia esencia, personalidad y temperamento.
Peter La Anguila
Hace 4 meses.



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