Arrugó de nuevo la hoja.
Demonios!
El hombre volvió a ponerse de pié. Ésta vez la taza no humeaba ya, la tomó y se dirigió a la ventana.
Es que estas malditas gotas de lluvia no podrán reflejar maldita la cosa?
Pensaba.
Se acomodó el cabello, terminó su frío café, tomó su saco y su sombrero y salió a la calle.
Lloviznaba aún, aunque la leve lluvia alcanzaba apenas a humedecer su negro sobretodo.
Caminaba por la acera, intentaba imaginarse una manera de matar que llamara la atención. O alguna situación interesante que pudiera plasmar con carbón en papel..
Peter La Anguila
Hace 4 meses.



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