Escapamos de las viejas paredes blanqueadas.
Cruzamos la calle y había una leve brisa fresca,
que mojaba nuestros pasos, que confundía nuestros
ríos salados, que disimulaba.
Todo parecía derrumbarse y no podíamos ver la luz.
Cruzamos la calle y nos sentamos en un par de sillas
que había en el local de la esquina.
Una mesa fria, negra. Sillas grandes.
Te miraba con el recuerdo y pensaba en tu sufrimiento.
Trataba de resignarme sin pensar en un porqué.
Quería que supieras que todo iría mejor,
pero sabías ya que el sol no saldría mas por ti.
Esta pequeña lluvia era nuestro final.
Mesero, dos cafés.
Peter La Anguila
Hace 4 meses.



No hay comentarios.:
Publicar un comentario