miércoles, 2 de junio de 2010

Sueño

De repente despertaron con 5 décadas en la espalda, habían vivido mucho.

Salieron del cuarto matrimonial y las enredaderas seguían tan verdes como el primer día, las mascotas habían muerto, sí, pero las paredes aún brillaban con la pintura de la primera mano que juntos le dieron a la casa de adobe. Los bonsai seguían tan verdes y tan pequeños como cuando fueron puestos en las macetas. La tierra, un poco descolorida, había sido cambiada muchas veces.

Hacía el mismo calor que el primer día, dentro y fuera del cuarto. Los niños, que ya no lo eran tanto, pasaban de vez en cuando por la pintoresca casita pintada de azul. Los cielos blancos tenían un par de retoques a las nubes que mostraban, un poco blancas y otro tanto azuladas.

Las puertas de madera, también cambiadas un par de veces, mostraban entre sus rechinidos todos los sonidos de la vida que habían presenciado. Las cortinas, tan blancas como la primera vez que se pusieron, seguían ondeando al compás del viento que soplaba. Las flores seguían creciendo en el patio, como año tras año. Los adoquines del suelo eran mas lisos, por el paso de tanta energía sobre ellos. Los azulejos de la cocina seguían igual de rojos y azules como cuando se instalaron.

Y en el ambiente se sentía más amor del que hubo en el primer día.

1 comentario:

Nieves M dijo...

Qué bonita descripción, Héctor. Ojalá que hubiera más historias así hoy en día, no como en las que se sale del cuarto matrimonial para no volver.