miércoles, 30 de junio de 2010

Sombras

Miro tu silueta en el gris concreto. Miro tus delicadas maneras de caminar. Miro tu perfecta cintura y tus lindas caderas. Miro la belleza de tus piernas.

Contraste con mis largas formas, con mis toscos y cuadrados reflejos.

Puedo mirar la forma de tu cabello, e incluso puedo imaginar el brillo de tus ojos. Observo tus delicados pies, que me enloquecen con solo mirar.

Me doy cuenta de que incluso tu reflejo me hace temblar. No hay sol, pero tu silueta me hace caminar. Y me gusta verte caminar.

domingo, 13 de junio de 2010

Aunque no te pueda ver

5.17 AM - Oscuridad, ah, el cuento de todos los días. Buen día sol, aunque no te pueda ver.

5.36 AM - Café, que amargo me sabes desde hace un año ya. Pero como a mi bastón, no te puedo dejar. No todavía.

6.42 AM - Tengo hambre. Unos frijolitos con tortilla harán el trabajo.

11.39 AM - No hay nada que comer. Tengo que ir a la tienda.

11.46 AM - Qué calor hace. Esta camisa manga corta a la par del sol me quema los brazos. Pero tengo que llegar a la esquina. Aun siento el muro con el bastón.

3.02 PM - Hijo, no tengo feria, ¿quisieras llevarte unos chicles?

5.24 PM - Llegó mi hija del trabajo, ¿Como te fue?

7.51 PM - Ya viene siendo hora de cerrar, mi amiga no llegó hoy, ya vendrá mañana.

11.47 PM - No he podido dormir, otro café para el insomnio.

1.04 AM - Dios, dame fuerzas para vivir. Extraño a mi esposa.

1.14 AM - Buenas noches sol. Aunque no te pueda ver.

A El prieto, que se le apagó la luz y se le fué su esposa, pero no la fuerza.

viernes, 11 de junio de 2010

Cuando pienso

Cuando me quedo serio, mujer, a veces pienso. Cuando pienso, a veces es en ti, mujer.

Y pienso en nosotros, en nuestra familia.

Cuando pienso, mujer, sé que el tiempo pasa. Cuando el tiempo pasa, no quiero pensar, mujer.

Entonces me ocupo en besarte.

sábado, 5 de junio de 2010

Despedidas

Fue mi única conversación a solas con él, pero valió por todas, porque viajó a Barcelona el 15 de abril de 1950, como estaba previsto desde hacía más de un año, enrarecido por el traje de paño negro y el sombrero de magistrado. Fue como embarcar a un niño de escuela.

Estaba bien de salud y con la lucidez intacta a los sesenta y ocho años, pero quienes lo acompañamos al aeropuerto lo despedimos como a alguien que volvía a su tierra natal para asistir a su propio entierro.

Vivir para contarla (fragmento) - Gabriel García Márquez

miércoles, 2 de junio de 2010

Sueño

De repente despertaron con 5 décadas en la espalda, habían vivido mucho.

Salieron del cuarto matrimonial y las enredaderas seguían tan verdes como el primer día, las mascotas habían muerto, sí, pero las paredes aún brillaban con la pintura de la primera mano que juntos le dieron a la casa de adobe. Los bonsai seguían tan verdes y tan pequeños como cuando fueron puestos en las macetas. La tierra, un poco descolorida, había sido cambiada muchas veces.

Hacía el mismo calor que el primer día, dentro y fuera del cuarto. Los niños, que ya no lo eran tanto, pasaban de vez en cuando por la pintoresca casita pintada de azul. Los cielos blancos tenían un par de retoques a las nubes que mostraban, un poco blancas y otro tanto azuladas.

Las puertas de madera, también cambiadas un par de veces, mostraban entre sus rechinidos todos los sonidos de la vida que habían presenciado. Las cortinas, tan blancas como la primera vez que se pusieron, seguían ondeando al compás del viento que soplaba. Las flores seguían creciendo en el patio, como año tras año. Los adoquines del suelo eran mas lisos, por el paso de tanta energía sobre ellos. Los azulejos de la cocina seguían igual de rojos y azules como cuando se instalaron.

Y en el ambiente se sentía más amor del que hubo en el primer día.